jueves, 6 de diciembre de 2007

La victoria escondida del Presidente Chávez

Juan Carlos Monedero(*)

"Tan doloso es poner una revolución democrática en peligro por exquisiteces puristas como dejar a esa revolución consumirse por un silencio falsamente revolucionario"

Ernesto Müntzer

La complicación de una promesa

Que Venezuela iba a enrumbarse al socialismo fue la promesa electoral que llevó al Presidente Chávez al triunfo espectacular de diciembre de 2006. De ahí que, de entrada, que se cumpliera esa promesa no era sino una cuestión de honestidad política. Que la fórmula fuera una reforma constitucional abría más interrogantes. Es indudable que una Asamblea Constituyente obligaba a un debate más en profundidad, con sus indudables ventajas, pero también se acompañaba de dos inconvenientes: implicaba disolver la Asamblea –con mayoría absoluta chavista tras la retirada de la oposición- y significaba un cambio de modelo cuya profundidad no podía decretarse sino que tenía que estar primero asentada en la ciudadanía. Reforzar la idea de que se camina hacia un nuevo contrato social tiene siempre interés, y aún más cuando se pretende construir ese nuevo consenso a través de la legalidad y la legitimidad constitucionales. La decisión final, políticamente correcta, fue dar pasos graduales a través de una reforma. El socialismo se hace al andar.

Sin embargo, y como pudo comprobarse durante los tres meses de debate, era evidente que esa reforma era complicada en la forma y confusa en el fondo. Pese a que el mismo Presidente reconoció haber recibido informes cuestionando algunos aspectos e, incluso, la conveniencia de la misma, el proyecto llegó finalmente a una Cámara entregada que hizo bien poco por que el pueblo se enamorara de la propuesta.

La actitud tradicional de la oposición de intentar tumbar el proceso bolivariano apoyándose en cualquier excusa –apoyada por una iglesia tan lejos de dios como cerca de los Estados Unidos- forzó, como en otras ocasiones, a que se simplificaran las posiciones. La proliferación en Venezuela de iracundos y acríticos altavoces de la última afirmación del Presidente, caracterizados por tomar al pie de la letra cualquier intervención presidencial y convertirla en artículo de fe, terminaba de enturbiar la serenidad del debate. Una vez más se perdía la posibilidad de abrir una discusión desde dentro de la revolución que permitiera un compromiso ciudadano a la altura de los momentos más críticos vividos durante el debate constitucional (1999) o con ocasión del golpe o del revocatorio presidencial.

Aunque ya en un inicio hubiera parecido sensato optar por un ejercicio de simplificación del texto constitucional, se optó por insistir en la Flutgesetz (la marea legislativa tan propia de la época), con el resultado de que los finalmente muchos artículos reformados, así como la complicada redacción de buena parte de ellos sembraron el fárrago y el oscurantismo. El apresuramiento que demostraban algunas redacciones, el escaso cuidado con la técnica constitucional, el endurecimiento de los requisitos para la participación, la falta de concreción de la nueva geometría política (postergada a desarrollos legislativos posteriores), el refuerzo del Ejecutivo o la superación de la descentralización tradicional eran elementos que reclamaban mayor explicación y quizá, como se argumentó desde dentro del chavismo, una asamblea constituyente. El argumento de que la reforma debía apoyarse en bloque no ayudaba a abrazar la propuesta, pues conforme iba creciendo en volumen la reforma, más difícil se tornaba encontrar una lógica común a todos ellos.

Es indudable que la reforma vigorizaba al Presidente de la República. Pero en vez de explicar este hecho como algo necesario y paralelo al empoderamiento popular (sentar a Gramsci en la mesa de Montesquieu), se distraía el debate con otros asuntos que parecía excusas y que no daban argumentos para contrarrestar las alertas catastrofistas de la oposición. La tarea de enmascaramiento puesta en marcha por los adversarios del proceso bolivarano terminó de confundir a quien se adentrase en las entrañas de la reforma, aún fuera cargados de paciencia y conocimiento. Las tardías y malhumoradas explicaciones no podían, en la recta final, competir con las simplificaciones oportunistas de la oposición.

De Asambleas y plazos

Por si fuera poco, en el trámite parlamentario, los 33 artículos iniciales se convirtieron en 69. Un Parlamento que había necesitado poner en marcha el parlamentarismo de calle para legitimarse (apenas lo apoyaban dos venezolanos de cada diez), se colgaba de la propuesta presidencial para reinventarse la reforma. Pronto llegaron los recursos que hicieron del Tribunal Supremo un actor muy presente en esta historia. Como además el calendario de aprobación estaba absurdamente urgido por las fechas navideñas, los plazos de discusión popular se hacían aún más escasos, complicando la posibilidad de un debate sosegado que pudiera repetir la experiencia de 1999 y, al tiempo, desmontar las falsedades difundidas en los medios. Pretender que la apelación al Presidente bastaba en última instancia para superar estas deficiencias es no entender el éxito en la politización lograda por el propio proceso bolivariano. Tres millones de chavistas han hecho valer su discrepancia no apoyando la reforma sin que eso implique abandonar su apoyo al Presidente, prueba de que estamos ante una revolución que es bonita porque ha politizado y no adoctrinado.

El momento en que fue convocada la reforma es igualmente algo que no permite fáciles análisis ¿Era ahora el momento idóneo, sin haberse siquiera alcanzado el ecuador de la Presidencia? ¿No cargaba aún la ciudadanía el esfuerzo descomunal de diciembre, donde se rompieron barreras de participación y el Presidente Chávez conquistó siete millones de votos? ¿Era real pretender acercar siquiera ese resultado a través de un referéndum, tradicionalmente menos atendidos por la ciudadanía? ¿No era un trágala incorporar la palabra socialismo en la reforma cuando no se ofrecía una definición de qué quería significarse con esta palabra? ¿No era precipitado avanzar constitucionalmente lo que no era visto como una necesidad en la calle? Un exceso de complacencia sobrevolaba el ambiente. Al final, y en ausencia de una clara conceptualización del socialismo, la oposición tenía abonado el terreno para difundir su tramposa tesis sobre lo que debía significar esa propuesta: eliminación de la propiedad privada, ausencia de pluralismo político, perpetuación del líder en el poder o pérdida de la patria potestad sobre los hijos.

La confusión reinaba por doquier, y en las filas del chavismo no estaban listos los argumentos para defender la reforma. El más sencillo era simplemente erróneo: con la reforma se construía el socialismo. Si eso era así, ¿no implicaba la exigencia de una asamblea constituyente en vez de una reforma? Por el contrario, si no se trataba de traer el socialismo sino de dar algunos pasos en esa dirección –lectura correcta-, ¿no era importante dejar de decir lo contrario para no abonar la confusión? Escuchando los argumentos de muchos partidarios del sí, puede afirmarse que solamente el Presidente sabía a ciencia cierta en qué consistía la reforma.

Inconsistencias con la democracia participativa y protagónica

Algunos asuntos de diferente calado fueron construyendo el alud de suspicacias. La mala composición acerca del método tenía que abundar necesariamente en la perplejidad. Cuando la propuesta arrancaba, la democracia participativa se relegó, entregando la responsabilidad del proyecto de reforma a una comisión elegida a dedo y sometida a la estricta confidencialidad. El secreto no suele ser buen método para generar adhesiones. Algún miembro de esa comisión había defendido con vehemencia la opción de la Asamblea Constituyente, de manera que no siempre parecía convincente en la defensa ahora, igualmente vehemente, de la opción por la reforma. Otrosí ocurría con la inesperada multiplicación de artículos reformados en la Asamblea, que se veían tan duplicados como poco justificados. Y algo de no menor relevancia: fue el Presidente quien enfáticamente planteó inicialmente que no se cambiaba "ni una coma" del proyecto –idea repetida por el eco gubernamental, advirtiendo en contrario de un delito de lesa revolución-. Sin embargo, más temprano que tarde empezaron a modificarse aspectos sustantivos -Guardia Nacional, jornada laboral, derechos de propiedad-, lo que daba la sensación tanto de apresuramiento como de que todo dependía, fuera o no cierto, de la decisión de una sola persona.

En mitad de ese viaje, la oposición volvió por sus fueros y buscó en la reforma una nueva bandera para intentar tumbar la V República. Identificó las debilidades, construyó un nuevo sujeto cuyas naves no estuvieran aún quemadas –los estudiantes- y mordió como perro de presa con un discurso falaz y simple pero muy eficaz. El chavismo, por jactancia o por incapacidad, se dio el lujo de no debatir con la oposición y perdió así la posibilidad de entender cuáles eran sus propios puntos débiles y de poder contrarrestar el discurso opositor. Una vez más se hace cierto que cuando los dioses quieren perder a alguien antes lo ciegan. Desde las filas bolivarianas se equiparó la crítica interna con la crítica opositora, perdiéndose la capacidad de ajuste interno. Como pude decir en otro sitio, se trataba de la primera batalla ganada por la oposición. Con esa actitud, todas las alertas acerca de los problemas que traía consigo la reforma fueron rechazados como si vinieran de enemigos declarados del proceso.

En definitiva, una parte importante de la derrota deben atribuírsela todos aquellos que han presentado la discrepancia como abandono de la revolución, traición o debilidad. Complétese el escenario con un creciente descontento ante la deriva burocrática de la revolución bolivariana, con sus correlatos de autoritarismo, corrupción, clientelismo e ineficiencia económica y administrativa. Un exceso de cuartarepublicanismo enmascarado bajo boina roja ha venido utilizando espacios de poder –en el Gobierno, en la administración, en el PSUV, en empresas públicas o cobijadas políticamente- para repetir los abusos que llevaron a Chávez al poder en 1998 y cuya promesa de erradicación forma parte aún del fuerte apoyo que posee.

Quizá, con todos estos impedimentos, lo que sorprenda es que cuatro millones de venezolanos hayan apostado con firmeza por una vía al socialismo.

No hay mal que por bien no venga

Pero más allá de todo esto, Chávez trae con su derrota la posibilidad de una victoria de largo aliento. Tanto el 50% de electores que han apostado por un futuro socialista como los abstencionistas, que ni por asomo han pensado en apoyar a la oposición –esto es, votar No-, alientan en esa dirección. Conviene notar que el error de la convocatoria a una reforma constitucional en este momento, reconocido con urgencia por el propio Presidente Chávez, ha servido para ver lo mucho que ha crecido la conciencia política en Venezuela. La nueva cultura política ha venido para quedarse.

Pero no se agotan ahí los elementos positivos. Tantos que puede hablarse sin abuso de una victoria escondida del Presidente Chávez.

Por un lado, puede considerarse una victoria que la oposición haya ganado sólo aferrándose a la Constitución de 1999, esto es, a la Constitución impulsada por Chávez y a la que siempre adversó. Es a partir de ahora, con el reconocimiento opositor de la V República, que empieza la posibilidad de una normalización democrática. Si la oposición, por el contrario, ha aceptado la Constitución bolivariana solamente como una estrategia electoral, demostrará una vez más que no han entendido nada de lo que está pasando en este país.

Igualmente, el resultado cuenta a Venezuela, a América Latina y al mundo cómo ese pueblo, ayer invisible, reclama hoy que se cuente con lo que piensa. En otras palabras, es capaz de seguir apoyando a Chávez (entre el 60% y el 70%), y decirle al tiempo un No contundente cuando algo no lo comparte o no lo entiende. Chávez es un líder que acierta como nadie cuando manda obedeciendo. En otras palabras, cuando al tiempo que habla el mismo lenguaje de su pueblo no ordena que se cumpla otra cosa que aquello que el pueblo quiere realmente hacer. Por el contrario, se equivoca como todos cuando guiado por la improvisación, por una deficiente información o a través de una mala reflexión –todos problemas ligados a un mal trabajo de equipo- decide al margen del pueblo. Es, por un lado, lo que ha ocurrido en importantes procesos electorales donde el apoyo a Chávez ha roto barreras y escenarios. Aún más, cuando el pueblo recuperó a su Presidente secuestrado por una parte de los que hoy festejan la victoria del No. Pero, por otro, también fue lo que ocurrió en las últimas elecciones a la Asamblea (que generó una abstención inaceptable del 75%) y es lo que ha ocurrido ahora con el referéndum constitucional, donde tres millones de la base chavista no han visto razones suficientes para acudir a las urnas.

Pero quizá la mayor victoria del chavismo tenga que ver precisamente con la reflexión a la que obliga la derrota. En los últimos años ha brillado por su ausencia la autocrítica. Al contrario, ha obrado una auto complacencia ingenua o dolosa. Las estructuras de información han sido peor que pésimas –especialmente en el exterior-, sin contar con la frivolidad de olvidar que los problemas de Venezuela se convierten en problemas para toda la izquierda continental. Castigar la mentira es una de las principales señales de salud democrática. Como ha demostrado el referéndum, demasiadas personas han mentido al Presidente Chávez.

En esta dirección, es momento de preguntarnos: ¿Cómo es posible que haya más aspirantes al PSUV que gente comprometida con la reforma? ¿No había responsables de chequear este compromiso? ¿No se estarán repitiendo los comportamientos del rey del cuento, desnudo a los ojos de los niños y vestido con caros ropajes a ojos de la corte?

En un reciente Aló Presidente, Chávez confrontó duramente a un ciudadano que le argumentaba que quizá estuviera mal informado. Algo que, sin embargo, piensa mucha gente en Venezuela (dicho de otra manera: no piensan que el Presidente sea consciente de determinadas cosas que ocurren en el país). Pero ese crédito puede terminar agotándose de persistir los mismos errores.

De ahí que alguien, más temprano que tarde, debiera explicar por qué la reforma, un paso concreto hacia el socialismo, tiene menos votos que aspirantes al Partido Socialista Unido de Venezuela, un instrumento esencial para el proceso de cambio y que a día de hoy es mera carcasa donde aún no hay estatutos o ideología pero sí una eficiente comisión de conflictos. No hubiera sido mala idea que la reforma constitucional hubiera nacido como propuesta del naciente PSUV –y aún mejor, como propuesta participada popularmente-, y no como una oferta del Ejecutivo sobre la base de una comisión restringida y poco empoderada. No debiera olvidarse que cuando la gente colabora en las propuestas cree más en ellas.

Pero el horizonte, pese a la depresión que algunos han manifestado inicialmente, invita al optimismo. No es extraño pensar que este revés pueda ayudar a una necesaria autocrítica que haga ver al Presidente Chávez que antes de la ampliación del socialismo, conviene avanzar en la corrección de errores y en el asentamiento de bases culturales para construir su proyecto. Hay que insistir en esta idea: no puede haber socialismo sin socialistas, o, como venimos repitiendo, el hombre nuevo es el hombre viejo en nuevas circunstancias. Como enseñan los clásicos, en la medida de lo posible conviene no saltarse etapas. Donde no existe una conciencia de lo público no puede pensarse en esa fase superior que implica una sociedad socialista. La propuesta de ahondamiento de la democracia que implica el socialismo no puede tener lugar sin antes haber solventado los cuellos de botella de la ineficacia y la corrupción, de la comprensión de lo de todos como lo de nadie, de la falta de previsibilidad institucional que otorga un cuerpo burocrático cambiante y poco profesional. De la misma manera, la respuesta a estas lacras no puede ser que el Presidente termine comprobando hasta las facturas de las escobas o la electricidad de Palacio. Utilizando la expresión de Gramsci, una metástasis de cesarismo, pese a que sea democrático, crean más problemas que soluciones. Los tiempos del todo para el pueblo sin el pueblo no se corresponden con la época y, mucho menos, con las expectativas de una ciudadanía que le han aceptado al Presidente Chávez que ellos son el poder constituyente.

Le corresponde a una nueva generación de políticos y cuadros armar una nueva ética pública que se caracterice por el compromiso político y la alta capacitación en la administración del Estado. La existencia de esos nuevos cuadros será el antídoto más eficaz contra lo que ya se conoce como boliburguesía, es decir, esa nomenklatura que no ha necesitado más que cinco años para apropiarse de espacios enormes de riqueza y alcanzar una unánime reprobación popular. Una voracidad obscena –hummer, whisky, viviendas lujosas, control de empresas- y a veces es tan extrema –urgida por su culpable incompatibilidad con el discurso revolucionario- que hace palidecer en ocasiones el robo institucionalizado durante la Cuarta República.

Conclusión: que error con error se paga

La atribución de toda crítica a un ánimo contrarrevolucionario ha impedido, como se ha afirmado, el ajuste interno del proceso. Por supuesto que es cierto que hay acaparadores que tienen responsabilidad en las estrecheces de abastecimiento cuando están aumentando las importaciones gubernamentales; por supuesto que es cierto que hay alcaldes y gobernadores que no esta vez tampoco han hecho campaña; por supuesto que los medios, la iglesia, las universidades privadas o privatizadas han sembrado en el país las dudas; por supuesto que la hegemonía neoliberal internacional, tanto en Estados Unidos como en Europa o determinados países latinoamericanos, ha hecho sus deberes demonizadotes de la reforma y del Presidente Chávez. Pero también lo han hecho en situaciones anteriores y han fracasado en su intento. Es momento por tanto de ver las responsabilidades propias.

La soledad en la toma de decisiones, la falta de una red coral de gobierno, la ausencia de una estructura colegiada de dirección política, la falta de consolidación del partido o un creciente autoritarismo ramificado en amplios sectores de la administración y el Gobierno no pueden sustituirse por discursos extremos, acusaciones de traición o deslealtad o por una primacía de las declaraciones altisonantes. Más allá de todos estos aspectos, incluidas las adversidades de la política exterior –con el correlato del miedo al aislamiento-, han sido algunas decisiones internas las que han ido debilitando el proceso. Momento es de recordar contra William Blake que los caminos del exceso no siempre conducen al palacio de la sabiduría.

La gestión de la conveniente recuperación del espacio radioeléctrico que ocupaba el canar RCTV no pasará a los anales de la estrategia política. ¿Era necesario anunciarlo con seis meses de antelación, como una decisión política y no administrativa y en un acto militar? De la misma manera, los regustos autoritarios de algunos momentos de la creación del PSUV –la elección a dedo de los propulsores, la labor desarrollada por algunos Gobernadores, la creación de una comisión de conflictos aun cuando no estaban todavía listos ni estatutos ni programa- tampoco recibirán grandes elogios en una historia de la democracia latinoamericana. Por último, una reforma constitucional nacida de un grupo deliberante confidencial no es un método adecuado cuando se trata de dar pasos hacia el socialismo. Como recordó Marx, esta fase superior de la historia humana reclama grandes dosis de conciencia y, por tanto, de participación. No vale decir que el socialismo no se decreta y después pretender realmente decretarlo. No en un pueblo que ha llevado durante tanto tiempo la Constitución de 1999 en sus bolsillos.

Conclusión: que el Che Guevara no vuelva a marcharse a Bolivia

Hay un momento en toda revolución donde las promesas incumplidas, la cárcel recurrente que tejen los burócratas, la sustitución de los antiguos privilegiados por otros nuevos (que, además de quedarse con el dinero quieren también la gloria del sacrificio, cuyo discurso monopolizan pero no cumplen), la tentación de negociar con el antiguo régimen a costa de los pobres o, en el otro extremo, la renovación del culto a la personalidad –contra la que alerta el propio Chávez-o la exacerbación de la amenaza hacia propios y ajenos, hacen que los auténticos revolucionarios se vayan con su suerte a otra parte, aunque sea para que les llenen de plomo el pecho en una escuelita en un pueblo perdido.

Lo que significa la Venezuela bolivariana en el contexto emancipador mundial no puede permitir siquiera pensar en un escenario que no sea la profundización exitosa del camino emprendido décadas atrás y que tuvo su pistoletazo de salida con el pueblo alzado y reprimido durante el caracazo en 1989. La Venezuela bolivariana y socialista es hoy vanguardia de la emancipación latinoamericana y hay que cuidarla como a un preciado tesoro. Como sostiene Ernesto Müntzer, manchándonos políticamente las manos cuando las circunstancias lo reclamen, pero no contribuyendo con el silencio a que se devore a sí misma.

Más allá de que más adelante pueda ser el pueblo quien decida los contornos de su nuevo contrato social y se movilice para que el Presidente Chávez pueda continuar esa tarea, hoy la discusión tiene necesariamente que ser otra. Quedan por delante cinco años de Gobierno, asentados sobre todo lo ya construido y con una credibilidad que no tiene parangón en todo el continente. Además de la voluntad demostrada del pueblo venezolano y de la dirección eficaz del Presidente Chávez, se cuenta en Venezuela con dos herramientas de gran valor: por un lado, una de las mejores constituciones del mundo; por otro, un partido naciente que puede convertirse en un referente para todo el continente si logra construirse como una estructura nacida desde la base y articulada desde la base.

Esto no debe llevar a análisis ingénuos. Las dificultades seguirán siendo grandes. Los ataques internos y externos van a recrudecerse al entenderse la derrota del referéndum como un momento de debilidad. No vamos a escuchar al grueso de los opinólogos que han acusado a Chávez de dictador, autócrata, manipulador, gorila o castrocomunista, entonar un mea culpa después de que el Presidente aceptara de inmediato y sin ningún reparo el resultado adverso. Pese a los insultos y calumnias de políticos, tertulianos, columnistas y editorialistas, miembros de ese cartel global de mercenarios de la comunicación, el Consejo Nacional Electoral no estaba manipulado, ni el voto electrónico se monitoreaba fraudulentamente por satélites rusos y chinos; era rotundamente falso que los jefes de mesa respondían en última instancia a consignas del oficialismo o que los funcionarios públicos estaban obligados a votar por lo que les dijera Chávez. O, como se ha pretendido en patética explicación a posteriori, el ejército, lejos de ser una guardia pretoriana del Presidente, ha sido y es un garante de la Constitución y a la Constitución se somete. Ese mismo ejército que ha asumido el lema "Patria, socialismo o muerte" como saludo no ha usado sus armas para imponer la reforma y menos, como se ha pretendido en un desesperado intento de explicar el normal desarrollo del referéndum, ha tenido que forzar al Presidente a aceptar el resultado (¡Qué necesidad tiene ese peculiar neofascismo de negar el compromiso democrático de Chávez!). Ojala mostrara el ejército la misma fidelidad institucional en Colombia, en México o en Guatemala, por sólo quedarnos en ese continente.

La campaña para intentar tumbar a Chávez no se va a frenar pese a que, una vez más, haya demostrado su pleno compromiso con los procedimientos democráticos. Ya se sabe que en una parte importante de la derecha mundial, -que contamina a una izquierda contaminada de argumentos conservadores- la honestidad democrática es algo que sólo se exige a los otros.

En repetidas ocasiones ha repetido Chávez que comenzaba la "revolución en la revolución". Ahora, cuando van a arreciar las posiciones del "chavismo sin Chávez" –en las propuestas teóricas de Dieterich, en el comportamiento errático de Baduel, en las críticas tardías de quienes dentro del chavismo anhelan mantener posiciones de poder e, incluso, en políticos oportunistas de la oposición-, es cuando corresponde asentar las bases para que la revolución eche los cimientos de unas estructuras profundas. Es el momento de mimar la capacidad democrática del PSUV, revirtiendo una estrategia que ha primado la cantidad a la calidad y que ha impedido que sea la base quien se encuentre con su verdadero instrumento de emancipación. Es el momento de hacer de la discusión interna un requisito democrático, de multiplicar las disidencias, de hacer cierta la apertura de mil escuelas para que florezcan las mil flores de un pensamiento plural. Es el momento de cortar de cuajo la corrupción, de demostrar que el aparato del Estado respira por otras heridas que las abiertas en la Cuarta República, de predicar con el ejemplo gubernamental la austeridad socialista a la que está obligado un pueblo en donde aún hay necesidades extremas no cubiertas. Es el momento de hacer de la formación de cuadros un objetivo prioritario de la V República.

Es muy difícil que surjan liderazgos como el que representa el Presidente Chávez. Por eso, nadie tiene derecho a dilapidarlos, pues su fracaso condena al continente al retraso en su emancipación. Por el referente simbólico levantado, ni siquiera el propio Chávez puede frivolizar con la importancia de Hugo Chávez. La enseñanza del referéndum es clara: ojalá los aciertos del futuro –y en su caso los errores- tengan necesariamente que atribuirse a más actores. No un Chávez sino mil Chávez será el mejor legado dejado por el Presidente para la nueva Venezuela. Que dure cinco años su mandato o pueda renovarse más adelante lo decidirá el pueblo venezolano. Que la revolución reclama un nuevo rumbo desde el día 3 de diciembre sólo puede negarse desde la falta de compromiso revolucionario. Decía Bertold Brecht que son los pueblos con convicciones los que tienen esperanza. La convicción revolucionaria del pueblo bolivariano y del Presidente Chávez tiene pues la tarea por delante de seguir sembrando las esperanzas que habrán de cosecharse en el horizonte hermoso que sigue alumbrando el continente latinoamericano.

(*)Profesor de Ciencia Política

de la Universidad Complutense de Madrid

Miembro del Centro Internacional Miranda


juancarlos.monedero@gmail.com
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Fuente:
http://www.aporrea.org/actualidad/a46603.html

Entrevista con J.V. Rangel

Caracas, 5 de diciembre. "No comparto esa afirmación del presidente Hugo Chávez, porque es contradictoria con su discurso sobre el poder popular". José Vicente Rangel, ex vicepresidente de Venezuela, se refiere a la idea expresada por el mandatario venezolano de que una parte de sus seguidores no están "maduros para asumir un proyecto abiertamente socialista".

En entrevista con La Jornada, Rangel sostiene que esa idea es, además, "contradictoria con la propia votación. Que casi 50 por ciento, en una elección tan difícil, con tantos ataques mediáticos, con tanta desinformación, que casi la mitad del país se pronuncie por un proyecto socialista no ha ocurrido en ninguna parte del mundo".

Rangel, de 78 años, fue primero canciller y luego vicepresidente, de abril de 2002 a enero de este año. El domingo 2, estuvo en las primeras filas cuando Hugo Chávez aceptó su derrota en el referendo.

–¿Qué debe revisar el chavismo?

–El funcionamiento del gobierno, es uno de los factores que nos ha perjudicado más. Se necesita llevar al gobierno a un proceso gerencial…

–Hay muchas quejas, incluso en las filas del chavismo, respecto de la ineficacia del aparato de gobierno.

–Sí, de falta de atención. Gran parte de la burocracia es de la IV República y los que se han incorporado de la V rápidamente han asimilado lo malo. Eso es clave. Luego, entender que el desafío es económico, no es político, porque si abres la compuerta para dialogar con los sectores del país, se tranquiliza la política. Pero lo que no se tranquiliza es la economía.

El panorama complicado que dibuja Rangel incluye una elevada inflación (la más alta de América Latina), el dólar paralelo "que perturba mucho el mercado" y la baja productividad.

–En la calles se escuchan también muchas historia de corrupción.

–Ese tema se ha convertido en una bandera política, y la pregona fundamentalmente la derecha, la más corrupta. Pero sí hay corrupción, no en la magnitud de la IV República, pero sí hay, eso no se puede negar. La corrupción es un Estado dentro del Estado y tiene una continuidad asombrosa. Pero eso de que todo el gobierno es corrupto es un cliché.

En su recuento, Rangel deja un espacio especial para el tema de la inseguridad: "Aquí hay misiones (programas sociales) para todo. ¿Por qué no se crea una para encarar el problema de la inseguridad? Es un clamor general".

Según todos los sondeos de opinión, la inseguridad pública es el tema que más preocupa a los venezolanos, con niveles de entre 70 y 80 por ciento. Venezuela se consideraba a sí misma una nación "segura", pero a partir del caracazo (1989) los niveles delincuenciales comenzaron a crecer hasta tener al país a la par de Brasil o México.

Rangel juzga al chavismo frente a este tema: "Se maneja una noción equivocada, de que es un problema social proveniente de la pobreza, y eso no es cierto. Eso es un prejuicio, equivale a decir que pobre y delincuente son la misma cosa. Ahora, si los índices de pobreza han bajado, como en efecto ha ocurrido, ¿por qué no se traduce en una disminución de la delincuencia? Hay un prejuicio para abordar el tema, porque como éste es un gobierno social entonces no se puede aplicar una política que pueda de alguna manera, por la vía represiva, enfrentar la delincuencia. Es una trampa, porque se termina no haciendo nada, paralizándonos. Y además es un tema óptimo para campañas en contra del gobierno.

El movimiento estudiantil

–¿Perdieron a los jóvenes?

–Cuando irrumpió ese movimiento (de los estudiantes universitarios), la caracterización por parte del gobierno, del chavismo, fue equivocada, porque le atribuyó una paternidad ofensiva, lo descalificó a priori.

–El presidente Chávez les llamó "hijos de papi".

–Y automáticamente se sumaron a la oposición.

–No se reconoció que era un movimiento legítimo el de los estudiantes.

–Exacto. Y con criterios nuevos, que incluso desplazó al liderazgo de la oposición. No se supo apreciar ese hecho para haber incidido, para haber profundizado la división que se empezó a plantear, ahí hubo una falla, una descalificación equivocada.

Rangel, sin embargo, no considera que la oposición le haya ganado al chavismo a la juventud venezolana.

"Ganó a los jóvenes que más suenan en los medios, porque tuvieron una tarima muy especial, los medios. Pero la juventud del chavismo es cuantitativamente superior".

–Los jóvenes chavistas son minoría en las universidades.

–En algunas, en la Central, en la Católica, pero no en las universidades nuevas, como la Bolivariana o la de las Fuerzas Armadas, más o menos en 18 instituciones el chavismo es mayoría.

Ahora sí hay oposición

–En la estación de radio Negro Primero (pro chavista) decían hoy: "Ellos no ganaron, nosotros perdimos".

–Puesto así cualquier recurso retórico es aceptable. Lo más importante del 2 de diciembre es que aparece la oposición. Lo que suceda ahora depende de su comportamiento. Porque Chávez ha tenido mucha oposición, pero errática, aventurera, y quizá la participación de la oposición unida el 2 de diciembre que se traduce en una victoria, que no se puede ver en función de los guarismos electorales, es un hecho político que quizá la convenza de que esa es la vía correcta, y no la abstención que se produjo cuando la elección de la Asamblea Nacional (1995), que le entregó toda la Asamblea al chavismo.

–Ustedes siempre han hablado de dos oposiciones, es decir, ya existía la oposición democrática.

–Sí, pero muy mimetizada, con un lenguaje ambiguo. No se atrevían a encarar a los sectores más radicales, en esta oportunidad lo hicieron, se enfrentaron a los abstencionistas que constituían una fuerza importante. Y no abstencionista era decir no violento, tuvieron el coraje de desafiar ese veto, que yo llamaba el veto de Altamira. Entonces sí hay un elemento nuevo que el gobierno está en la obligación de valorar, porque al gobierno y al país les ha hecho mucho mal no tener una oposición. Si se empieza a reconstruir una oposición leal a las reglas del juego y a la Constitución, eso va a beneficiar al país, pues acaban la zozobra, la aventura, el golpe. Y en segundo lugar va a beneficiar al propio chavismo, porque la actuación de los sectores radicales de la oposición radicaliza a sectores del chavismo.

El frente interno

–¿No fue parte del problema que en la propuesta entraron muchas manos?

–Exacto. Quizá lo que incorporó la Asamblea Nacional (Congreso) no se debió hacer, no era el momento. Con los 33 artículo propuestos por Chávez era más que suficiente; ya de por sí tenía cosas que eran complicadas, como la nueva geometría del poder.

–¿Minimizaron ustedes rupturas como las del partido Podemos y el general Raúl Baduel (ex ministro de Defensa)?

–No. La disidencia de Podemos perdió en los dos estados que controla, Aragua y Sucre. Y la de Baduel fue una incidencia fundamentalmente mediática, no tiene peso en las fuerzas armadas.

–¿No estamos asistiendo con Baduel a la construcción de un polo chavista sin Hugo Chávez?

–No, el chavismo repudia a Baduel en forma total.

–En sus discursos él se dirige al chavismo, no a la oposición.

–Sí, pero el chavismo está blindado ante él. El chavismo puede perdonar muchas cosas, menos la deslealtad a Chávez.
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Fuente:
http://www.aporrea.org/imprime/n105904.html

lunes, 3 de diciembre de 2007

Derrota estratégica en Venezuela; peligro mortal para Bolivia y Cuba

Heinz Dieterich

1. Posible fin de los gobiernos en Bolivia, Venezuela y Cuba, entre 2008 y 2010

El Presidente Chávez ha sufrido una derrota estratégica en el referendo constitucional, que junto con la derrota estratégica del gobierno de Evo en Bolivia y la cada vez más precaria situación en Cuba, constituyen un panorama extremadamente grave para las fuerzas progresistas de América Latina. Es posible que los gobiernos de Hugo Chávez y de Evo Morales no sobrevivan los embates de la reacción en el año 2008 y que el modelo cubano se agote en el 2009-2010, si no se toman medidas realistas de inmediato.

Es un momento difícil y doloroso para iniciar un análisis frío de la derrota, pero no es posible posponerlo, por dos razones. Esta es una guerra, y en toda guerra la derrota y confusión del enemigo es el momento idóneo para liquidarlo con un golpe decisivo. De la misma manera, la innecesaria y evitable derrota en Venezuela es el producto del triunfalismo, del voluntarismo y de la falta de debate crítico dentro y fuera del proceso. La única manera de salvar el proceso ahora es la crítica racional de las causas del descalabro y la comprensión realista de las opciones de triunfo que quedan.

2. El sistema de conducción oficial: razón principal de la derrota

2.1 La Asamblea Nacional

La causa principal de la derrota en Venezuela es el sistema vertical de conducción del proceso bolivariano. Esto es evidente en sus tres instancias formales, en las cuales el Presidente no tiene contrapeso alguno: el parlamento, el gabinete y el partido. El parlamento (Asamblea Nacional) es, esencialmente una caja de resonancia de la voluntad presidencial donde los diputados, controlados por tres "capataces", dicen "sí" a todo lo que él plantea, aunque sea inviable. La responsabilidad de esta situación reside en parte considerable en los diputados oficialistas, que no quieren perder sus prebendas.

2.2 El Partido y el Gabinete

Lo mismo sucede en el partido de Estado (V República, hoy PSUV) y en el gabinete. La relación del Presidente con los ministros del gabinete es bilateral, no colectiva. No asiste a las reuniones del gabinete, donde, en consecuencia, las fracciones más poderosas de la Nueva Clase Política (NCP) se las arreglan entre sí, dentro de los lineamientos generales del Presidente y bajo su poder de veto.

La fracción dominante de la Nueva Clase Política ---cuyos tentáculos van del control del aeropuerto de Caracas vía las influencias en los servicios de inteligencia, en la Cancillería y en los nombramientos de los generales de las FAN, hasta fuertes activos económicos--- es la que encabeza el gobernador del estado Miranda, Diosdado Cabello.

El sistema presidencial de dominación del gabinete, que se basa en la sustitución de la negociación en bloque por la negociación bilateral, y el reconocimiento de su poder de veto, se fundamentaba en dos elementos: el oportunismo material y de poder de los ministros ---la Venezuela bolivariana es, probablemente, la única democracia burguesa, donde nunca ha renunciado un ministro--- y la conciencia compartida, de que la única garantía del poder era la popularidad del Presidente. Al menos la segunda premisa está ahora en tela de juicio.

La ventaja de este sistema para el Presidente era la discrecionalidad del poder y una cierta distancia de los casos de corrupción, ineptitud de los ministros y falta de seriedad en los debates del gabinete. Estando ausente, nada de eso era responsabilidad directa suya. Sucedían cosas, como cuando un ministro de finanzas entró a la sesión y dijo: "Tengo tantos y tantos miles de millones de bolívares. Presenten sus propuestas. Están autorizadas de antemano."

El precio político que pagó el Presidente por ese sistema de conducción fue la falta de información sobre la realidad, y el relleno del gabinete y de su entorno en Miraflores, de oportunistas de la NCP que, aunque muchas veces ineptos para los cargos escogidos, garantizaban el control burocrático del proceso, mas no la cercanía al pueblo. Un anillo adicional que le filtra la realidad es el del sistema de Miraflores, donde, por ejemplo, los inspectores que él puede enviar para investigar un problema, pasan por el cuello de botella del Ministerio de la Presidencia. Algo semejante pasaba con los análisis de la "Sala situacional" del Palacio donde, además, pasaron por el control de unos jóvenes "asesores" extranjeros (españoles, franceses), sin experiencia ni nivel político, pero con muy sabrosos sueldos.

Esa situación cortesana se reprodujo a nivel internacional, generándose un circuito internacional de aplaudidores intelectuales individuales, alimentados con premios culturales absurdos de 150.000 y 100.000 dólares, y colectivos, como algunas páginas web de izquierda, que suprimen o marginan todo debate crítico sobre el desarrollo de los procesos progresistas en Venezuela, Cuba y Bolivia.

3. Las señales de advertencia: los idus de marzo

El producto que se le pretendía "vender" a la ciudadanía, la reforma constitucional, era deficiente; de hecho, tan deficiente que solo se logró convencer a una cuarta parte del electorado. Había cláusulas tácticas absurdas, como la ampliación del período presidencial de seis a siete años; elementos económicamente inviables como la jornada de seis horas y propuestas estructurales, como la refundación del Estado sobre consejos comunales, cuya implementación presuponía la existencia de una dictadura revolucionaria en Venezuela, para la cual no hay condición alguna. En toda la historia latinoamericana solo ha habido dos dictaduras revolucionarias: la cubana, desde 1960 hasta mediados de los años setenta, y la del Dr. Gaspar Francia en el Paraguay del siglo pasado.

La reforma constitucional era un producto del exceso de confianza del oficialismo que creía que con la popularidad del Presidente ---quien, inclusive en una fase crucial del proceso, se ausentó durante una semana del país---, y los fuertes aumentos salariales a médicos, maestros y otros sectores sociales, con abundantes aguinaldos, el regalo de la jornada de seis horas y el ambiente navideño, iba a pasar.

Con todo, las advertencias de un posible fracaso de esta innecesaria y arriesgada batalla, estaban a la vista: el proceso electoral de diciembre 2006, donde el Presidente, contra su propia proclamación, no consiguió 10 millones de votos, sino solo 7.3 millones; la incapacidad del poder presidencial de integrar a todas las fracciones de la coalición gubernamental en el nuevo partido oficial, el PSUV; la prolongada incapacidad del gobierno de convertir a Telesur en un poder televisivo real y, finalmente, la subestimación del costo político de una pérdida de la alianza con el General Baduel, que, a todas luces, era evitable.

4. Crisis de vida o muerte, en el 2008

La primera posibilidad institucional de que la derecha sustituya al gobierno del Presidente Chávez, se da en enero del 2010, a través del referendo revocatorio. Pero, Washington no esperará tanto tiempo. En la guerra se da la batalla decisiva cuando el enemigo está derrotado y en confusión. Es decir, Washington tratará de dar golpes decisivos a partir de este momento en los flancos débiles de la revolución nacionalista-desarrollista latinoamericana, para convertir la batalla ganada en una guerra ganada.

El primer gobierno que caería en este escenario, es el de Evo en Bolivia, porque allá Washington ha logrado construir una situación muy cercana al jaque mate. En Venezuela, el detonante será, además de la subversión oligárquica-imperial, la crisis económica que golpeará con fuerza en el 2008, si el gobierno no toma medidas de urgencia de inmediato.

El oficialismo ha convertido en tabú el debate macroeconómico. Sin embargo, cualquier economista puede inferir desde los equilibrios funcionales necesarios para la economía de mercado, dónde va a estallar el problema. La inflación, ya de por sí alrededor del 18%, recibirá un nuevo auge con la inyección adicional de capacidad adquisitiva (liquidez) por el fin de año y requerirá después un enfriamiento considerable, que será aprovechado por la oposición. Los precios administrativos (definidos por el Estado) y regulaciones para los alimentos básicos, las divisas internacionales y el consumo interno de la energía, distorsionan cada vez más las relaciones de oferta y demanda y vuelven incontrolable a la economía, causando mercados negros, corrupción, burocracia y desabastecimientos.

La idea de sustituir la inversión externa por la inversión del Estado, en lugar de controlarla, nace, al igual que las excesivas regulaciones e irreales precios administrativos de una sobreestimación del poder del Estado frente a las fuerzas del mercado. La economía venezolana sigue siendo una economía de mercado capitalista y su superestructura sigue siendo la de una democracia burguesa, y esto determina las opciones reales que tiene la política económica de Miraflores. La voluntad del cambio revolucionario y el deseo de ayudar a los pobres, no logra contrarrestar esas realidades objetivas, tal como experimentaron Mao en el "gran salto adelante" y Fidel en la zafra de las 10 millones de toneladas. El voluntarismo tiene sus límites objetivos.

5. ¿Cómo evitar la destrucción del gobierno?

La derrota del referendo debilita sustancialmente el poder del Presidente en cuatro frentes de batalla: a) ante la oposición interna; b) dentro de los aparatos del oficialismo, donde los delfines de la Nueva Clase Política reorganizarán con urgencia sus escenarios del "Chavísmo sin Chávez"; c) en la política internacional y, d) en las Fuerzas Armadas. Lo último es fundamental si tomamos en cuenta que hace tres meses hubo un conato de rebelión en un Comando Regional (CORE) de la Guardia Nacional.

Para evitar que esta derrota se convierta en el Waterloo del Presidente, es imprescindible que renueva el sistema de conducción del bolivarianismo a nivel del partido, del Estado y del parlamento y que se construyan instancias que se atrevan a debatirle sus propuestas. Estas instancias tienen que ser pluralistas, para ser funcionales, abarcando un amplio espectro político, desde el General Alberto Mueller Rojas, militar jacobino; el General Raúl Isaías Baduel, representante del centro político; los partidos y sindicatos obreros de la izquierda que están naciendo; el Socialismo científico del Siglo XXI y los movimientos sociales, entre otros sectores, que no sean fascistas.

Hugo Chávez es necesario para la continuación del proceso, pero sólo tendrá futuro, si se abre a instancias colectivas de conducción. Si no, destruirá el proceso que ha ayudado a construir, porque no solo es cierto, que "la Revolución devora a sus hijos", sino también que los líderes revolucionarios, cuando se convierten en conductores unilaterales, "devoran a la Revolución".

6. La previsibilidad de la política

En agosto del 2005 advertí sobre los peligros de la Nueva Clase Política para la revolución ("Venezuela: diez Tésis sobre la Nueva Clase Política"), y en julio del 2006, sobre la previsible contraofensiva oligárquica-imperial: mientras los "cinco pilares de poder de la oligarquía: el económico, el militar, el eclesiástico, el mediático y el imperialismo estadounidense-europeo siguen intactos, la guerra no ha terminado. Y de hecho, una fuerte contraofensiva oligárquica-imperial puede esperarse a partir de 2008/9".

Esa ofensiva contrarrevolucionaria ha llegado. Y las fuerzas de la liberación están mal preparadas para derrotarla. Es necesario un gran esfuerzo inmediato, para no perder la guerra.
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Fuente:
http://www.aporrea.org/tiburon/a46125.html

Ejemplo democrático

Editorial de "La Jornada"

Ayer, en una jornada electoral que en términos generales transcurrió en paz y tranquilidad, y con un sistema de voto electrónico transparente e irreprochable, los venezolanos rechazaron por estrecho margen –alrededor de uno por ciento– la propuesta de reforma constitucional presentada en agosto pasado por el presidente Hugo Chávez. Como todo lo referido a él, su iniciativa fue objeto de adhesiones fervientes y de virulentas descalificaciones; muchas de ellas alimentadas por Estados Unidos y por el bloque de gobiernos latinoamericanos alineados con Washington. El eje argumental de la propaganda antichavista fue que el carácter presuntamente autoritario y antidemocrático de la actual presidencia venezolana se vería reforzado por un texto constitucional que establecía una concentración de poderes aún mayor en la figura del jefe de Estado. A partir de estos enfoques, la oposición local se movió ayer en una forma que fue más allá de la mera vigilancia de las urnas –práctica legítima y necesaria en cualquier votación– y que parecía apuntar más bien a la descalificación de las instancias electorales, en caso de que el resultado le fuera adverso.

Sin embargo, y a pesar de un retraso comprensible, habida cuenta de lo cerrado de la votación, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela cumplió a cabalidad con su tarea, contó los sufragios en forma escrupulosa y poco después de la una de la madrugada –hora de Caracas– dio a conocer la victoria del "No". Poco después, el propio Chávez reconoció plenamente el triunfo de sus adversarios, e instó a sus simpatizantes a mantener la calma e irse a dormir.

Paradójicamente, el triunfo electoral de la oposición venezolana es, también, una victoria moral para el movimiento que encabeza el polémico jefe de Estado: de golpe, el referéndum de ayer y su culminación desmienten en toda la línea a quienes han acusado al mandatario venezolano de antidemocrático, de autoritario y hasta de dictador, y obligan a recordar la trayectoria de un gobierno que se ha sometido al veredicto ciudadano en numerosas ocasiones, todas ellas con pulcritud: para ganar la Presidencia, para aprobar la Constitución vigente, para dar curso a un referéndum revocatorio exigido por la oposición y para relegirse. El que ahora pierda una de esas consultas y acepte sin ambigüedad un resultado electoral que le es adverso refrenda actitudes y disposiciones inequívocamente democráticas que deben serle reconocidas.

Con el referéndum de ayer se desactivan, por añadidura, las tendencias golpistas que siempre han alentado sectores de la oposición venezolana, apoyados por posturas internacionales cavernarias como las que representan el actual presidente de Estados Unidos y el ex mandatario español José María Aznar, partidarios de la democracia sólo cuando ésta es favorable a sus intereses y a los de sus socios, así como instigadores de acciones violentas e ilegales contra gobiernos que no se afilian a las derechas neoliberales.

Por lo demás, el rechazo mayoritario de la ciudadanía al texto constitucional propuesto por Chávez no altera el curso de una administración a la que le quedan cinco años en el poder y que podrá seguir gobernando en el marco de la Constitución actual. Así, lejos de salir debilitado por la derrota electoral de ayer, el chavismo sale del trance fortalecido y revestido de una autoridad moral que sus adversarios tendrán que reconocerle.

Finalmente, el referéndum celebrado ayer en Venezuela presenta un doloroso punto de contraste con el desaseo y la turbiedad con que fue operada la sucesión presidencial del año pasado en nuestro país, y en el que la negativa del oficialismo a recontar los sufragios marcó a la actual administración con una huella indeleble de sospecha y le causó un déficit de legitimidad insoslayable. A la luz de lo sucedido en el país sudamericano, quienes en México mencionan al gobernante venezolano como ejemplo de lo políticamente indeseable y parangón de autoritarismo tendrían, en lo sucesivo, que pensárselo dos veces, porque el espíritu y las prácticas antidemocráticas están, más bien, en el bando contrario.

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Fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2007/12/03/index.php?section=mundo&article=034n1mun

sábado, 1 de diciembre de 2007

Madre de Betancourt indignada por difusión de carta demandará a la Fiscalía


Bogotá.- Yolanda Pulecio, madre de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se mostró hoy indignada por la transcripción de una carta de su hija, publicada por la prensa, y anunció que demandará penalmente a la Fiscalía que filtró un mensaje "íntimo" y "para la familia".

"Era una carta para nosotros, su familia, íntima (...) Hemos pensado en una demanda penal" a la Fiscalía por esa filtración, dijo Pulecio a Radio Caracol desde Caracas.

Muchos apartes del mensaje de la rehén de las FARC fueron difundidos hoy por la prensa colombiana.

El fiscal general Mario Iguarán, por su parte, dijo a la misma radio que él se comprometió a no difundir la carta, se mostró sorprendido por su publicación, pidió excusas a la madre y la familia de Betancourt y prometió que investigará qué persona la filtro a la prensa y "cometió esa bajeza", informó EFE.

Yolanda Pulecio viajó a Caracas con su hija Astrid, otros familiares de secuestrados y la senadora Piedad Córdoba, ex mediadora ante las FARC en la búsqueda de un acuerdo humanitario, para reunirse este sábado con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

La madre de Betancourt insistió a Caracol que había manifestado el viernes en la Fiscalía en Bogotá que no quería que se divulgara la carta.

"Dije yo no quiero que nadie vea esa carta (...) no queremos que saquen más copias. Las copias que nos dieron son muy mal tomadas, me toca leer con una lupa. Ellos (la Fiscalía) se quedaron con el original (...) la filtraron al periódico El Tiempo", añadió Pulecio.

Astrid, hermana de Ingrid, por su parte, señaló que "la transcripción está llena de errores y tergiversada, frases sacadas de contexto (...) Es una porquería lo que han sacado".

La madre de la dirigente política, que hace parte de la lista de 43 secuestrados que las FARC pretende canjear por 500 guerrilleros presos, indicó que siente "una sensación muy dolorosa" por todo lo que ha pasado en las últimas semanas.

"Ojalá el presidente (Álvaro) Uribe se baje de la nube y los familiares no tengamos que venir a otros países a buscar solidaridad, comprensión", señaló.

"Queremos todos agradecer al presidente Hugo Chávez todo el interés y solidaridad, que demostró" y que su gestión iba por buen camino, como "está confirmado con las pruebas" que vamos a entregarle.

Según Astrid Betancourt, Chávez es "un hombre que obró con inteligencia y grandeza y venimos a agradecer".

Astrid Betancourt también se lamentó y admitió su incertidumbre porque ahora sin la mediación de Chávez ni de la senadora Córdoba, "es difícil saber qué va a pasar".

"Quisiera decirle a Uribe que nos demuestre a todos los que tenemos este sufrimiento cuál es la alternativa. Que el presidente de Colombia le ponga vida a la cara y al sufrimiento de los familiares y a los secuestrados. Que haga algo, que nos muestre la alternativa", remarcó Astrid Betancourt.

En la madrugada del viernes las autoridades detuvieron a tres presuntos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a quienes se les decomisó varias pruebas de supervivencia de los rehenes de esa guerrilla.

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Fuente:
http://aporrea.org/internacionales/n105674.html

Primeras impresiones venezolanas


Los medios melancólicos,la oposición que se siente fuerte, la megaplaza de Chávez, el curioso rol de los estudiantes que no quieren gobernar la universidad, una charla en el subte y un discurso cortado con canciones.

Por Santiago O'Donnell
desde Caracas

Hugo Chávez va por todas las fichas. No se trata de forjar acuerdos con personas que piensan distinto sobre una base de acuerdos mínimos para terminar como Salvador Allende o como Evo Morales. Para Chávez, las cosas por su nombre: los oligarcas son oligarcas, las camarillas son camarillas, los que se la llevan toda a Miami, se la llevan a Miami. Por la tele, por la calle y en el café lo dicen así, con crudeza, pero sin levantar la voz, porque al fin y al cabo nadie tiene por qué ofenderse: el obispo es un oligarca, Fedecámaras miente, los rectores de la universidad son camarilleros, los líderes estudiantiles opositores, burgueses y pequeñoburgueses capitalistas y por ahí reaccionarios.

Socialismo

La reforma constitucional que se vota hoy no es para los flojos de estómago. Dice bien clarito que Venezuela va a ser socialista. Las Constituciones liberales y socialdemócratas nunca son tan honestas. Nunca dicen que la cancha está inclinada. Acá la cosa está clara. Si gana el Sí habrá reforma universitaria y en los consejos el voto del rector valdrá lo mismo que el del profesor, el del estudiante y el del ordenanza que limpia el piso de las aulas. Caracas volverá a ser distrito federal y Chávez nombrará al "gobernador federal". Las misiones que han traído salud y educación por primera vez al interior venezolano tendrán rango constitucional. Los alcaldes perderán gran parte de su presupuesto y se crearán consejos comunales para guiarlos en la gestión. Seguro social para todos, hasta los trabajadores en negro. Propiedad privada para la vivienda y habrá que interpretar qué significan los "usos y bienes" que menciona la reforma.

Todo esto es lo que se discute sin mucho debate porque cada bando usa sus propios medios y a veces no parece tener muchos puntos de contacto en una sociedad donde la polarización es evidente, pero no parece que haya grandes problemas de convivencia. Anteayer cientos de miles de simpatizantes del No llenaron una avenida de la capital para el cierre de campaña sin que se registraran incidentes. Ayer pasó lo mismo con los chavistas. El rojo reemplazó al azul y se dijo exactamente lo contrario a lo que se había escuchado la tarde anterior y en ninguna de las dos se registró el más mínimo incidente.

Los medios

Los analistas de los diarios y noticieros opositores tienen cierta tendencia a victimizarse. En Globovisión había uno el viernes por la noche que se dirigía al "señor presidente" con mucho respeto. Decía que era injusto que los llame oligarcas por el mero hecho de pensar distinto, que pedía apenas la posibilidad de expresar sus puntos de vista sin sentirse intimidado, que si triunfaba el No, como esperaba, había que darle al señor presidente la posibilidad de reflexionar, de terminar con la división de los venezolanos.

Pero acto seguido, con tono intimista, deslizó que en el fondo los chavistas saben que su líder es un autoritario que quiere quedarse para siempre y que de a poco se van cambiando de bando. Como la ex de Chávez, Marisabel, que en estos días sale mucho en los diarios y la tele que apoya al No. En distintos reportajes dijo que se separó por razones estrictamente políticas, pero sin dar muchos detalles y dejando la impresión de que la cosa pasó por otro lado.

Más allá de lo que diga Marisabel, lo que queda claro es que la oposición quedó conforme con su golpe de efecto en la campaña.

La rara oposición

La marcha de la oposición llenó por primera vez la Avenida Bolívar, el equivalente simbólico venezolano a llenar Plaza de Mayo. Aunque no gane mañana, es casi seguro que va a mejorar su performance del 39 por ciento y con eso se puede dar por contenta. Pero además ha parido un nuevo liderazgo, el del movimiento estudiantil, los protagonistas del acto del jueves ayer.

Sus caras más visibles son liberales de universidades privadas como Freddy Guevara y Yon Goicochea, pero también incluyen a estudiantes de universidades públicas que se consideran la verdadera izquierda, como Stalin González, que ayer tenía la casilla de mensajes repleta tras sus reportajes con la prensa internacional. Lo que no podrán negar esos estudiantes es que suena medio raro ver a los estudiantes liderando la oposición contra un gobierno que se dice socialista, para frenar una reforma que virtualmente pone la universidad en manos suyas y de los empleados, como tantas veces han reclamado las agrupaciones estudiantiles de izquierda en la Argentina.

Primera impresión

La primera impresión al llegar a Venezuela es que acá se discuten cosas mucho más serias que lugares en listas. No es que todo el mundo anda de acá para allá con el librito de la reforma chavista, citando artículos e incisos. No es fácil conseguir el librito en la calle, hay que caminar. Lo que acá se pebliscita es lo que dice y representa Hugo Chávez. Si gana el sí habrá más igualdad y solidaridad, y menos libertad individual. La tendencia parece favorable al Sí, pero no le sobra nada. Entonces se discute. En la tele, en la calle, en el café. Se discute sobre lo que uno quiere y lo que a uno le conviene, y sobre el verdadero sentido del pacto social de la democracia.

Los del Sí

"Y la llenamos sin autobuses", había gritado a seis columnas el diario opositor El Nacional en su edición de ayer, felicitándose por el exitoso cierre del No. Pero ayer mismo el chavismo no sólo llenó la Bolívar, la reventó, derramando olas de gente a tres cuadras a la redonda, haciéndola intransitable para el paso humano unas cinco cuadras antes de llegar al palco. Había micros, claro que sí, pero uno pudo contar no más de cinco o seis porque se perdían en la multitud. Estaba el que decía "Barrio Diez, Paraíso Bolivariano", el de "PDVSA Anzoátegui" y el de la "Universidad Nacional y Experimental Simón Rodríguez". Pero los acarreados eran difíciles de distinguir. Todo el mundo charlaba, bailaba y levantaba las anos cuando sonaba el hit "¡A la reforma sí sí sí!" Corría la cerveza, pero no mucho. Con el correr de las horas el asfalto de la Bolívar se llenó de botellas de vidrio y latas de aluminio. Nadie se agachó a recogerlas.

El compañero Picón

Para llegar a la Bolívar se puede ir en micro, pero también se puede ir en subte por la línea roja, que cuesta treinta centavos de dólar por el boleto ida y vuelta, y que tiene un aire acondicionado que ni los mejores taxis de Buenos Aires. Llamaba la atención la presencia de Walter Picón, un hombre morrudo en remera y shorts que se apoyaba en dos muletas. Su pierna izquierda estaba vendada y de ella sobresalían cuatro enormes clavos de platino. Lo acompañaba un amigo. "Nosotros somos de Esquina Caliente, somos personas que nos juntamos para hacer la revolución. El 6 de junio del 2004 la oposición me tiró una Bronco encima y quedé así", dijo Picón, de 42 años. Contó que había sido gremialista, "delegado de la construcción", pero que desde el incidente no trabaja y lo mantienen sus tres hijos. "El gobierno me dio 56 millones de bolívares para que no pierda la pierna. Pude comprar estos aparatos (los clavos) que vienen de Italia, creo."

Como muchos chavistas, Picón parece obsesionado con "la oposición". "La gente lleva la revolución en la sangre y lucha cada día contra el sabotaje de la oposición", explicó. "Mira los empresarios de la industria alimentaria, de la leche. Gracias a países amigos como Argentina y Brasil pudimos conseguir la leche. Ojalá que con Cristina Kirchner no cambie lo que ha sido Néstor para Venezuela."

Picón dice que Chávez es invencible. "La única forma que lo van a sacar es si lo tumban. Yo vivo en un barrio y el 80 por ciento de la gente está con Chávez. Yo estoy acá pero hay mucha gente como mi tío y mi papá que no les gusta venir, pero igual votan por Chávez." Cuando subió las escaleras del subte y vio la multitud, Picón sonrió de oreja a oreja. "Mira lo que es esto", dijo, apurando el paso con sus brazos. La Bolívar era un festival de remeras rojas, gorras rojas, plátano frito, musculosas rojas, algún corpiño rojo, puestos de cerveza helada, grupos tocando en vivo, parejas bailando el meneaito. Más que una marcha política parecía Independiente festejando el tricampeonato mientras espera el discurso del Bocha para coronar la ocasión.

Habla Chávez

Los discursos de Chávez son como los partidos de béisbol, el deporte nacional venezolano. Se escuchan, pero la atención va y viene con la cadencia de sus historias, algunas lejanas, otras que tocan el corazón. De repente se pone picante, como cuando amenaza con castigar a las empresas españolas ("yo tengo la lista") si el rey no le pide disculpas. O cuando acusa a Uribe de no tener "coraje". Pero de repente irrumpe con una canción y no se puede decir que canta horrible porque le pone mucho entusiasmo y corazón, digamos como el Teto Medina en sus mejores días. Pero pasa la broma, se pone serio y explica por qué hace falta la reelección indefinida. Trae a sus hijos y dice que quiere ser un hombre común. Y después dice que se va a quedar hasta el 2050, si lo dejan, y se larga a cantar otra vez, esta vez con la gente y una que conocen todos. Y dice que la oposición debe respetar el resultado: "El que juega al béisbol siempre tiene que aceptar lo que dice el umpire, el que va a una pelea de boxeo tiene que aceptar al árbitro, el que juega al fútbol, si le sacan tarjeta roja se tiene que ir. La oposición escuálida es la única en el mundo que dice que va a participar pero no reconoce el árbitro".

Y de repente suena el clarinete y Chávez arenga "¡Hasta la victoria siempre! ¡Viva la República Bolivariana! ¡Viva el socialismo!" y un par de vivas más. Y todo termina cuando Chávez calla y se va.

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Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-95558-2007-12-01.html